miércoles, 26 de septiembre de 2012

Declaración de docentes por una PUCP Pontificia y Católica. Este documento ha sido creado por los profesores firmantes y por otros, cuyas adhesiones se irán agregando paulatinamente e invitamos a los demás a adherirse a esta posición.

Declaración de docentes por una PUCP Pontificia y Católica

La Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) vive su más grave crisis de identidad y de legitimidad, que ha sumido a su Comunidad Universitaria en un profundo desconcierto. Esta crisis se ve reflejada en el reciente decreto de la Santa Sede que prohíbe a la PUCP usar el título de “pontificia” y la denominación de “católica”. Esta situación convoca a declarar ante la Comunidad Universitaria y la opinión pública, lo siguiente:

  1. Por su origen, historia e identidad institucional, la PUCP se encuentra vinculada a la Iglesia Católica, a sus normas y a sus autoridades, dentro del marco de su autonomía, reconocida en las leyes y Constitución peruanas y la Constitución Apostólica sobre las Universidades Católicas Ex Corde Ecclesiae.

  2. Dentro de ese marco, a lo largo de 95 años se ha desarrollado en la PUCP un modelo de universidad basado en el cultivo de los valores cristianos y humanistas, el imperio de la moral, el diálogo entre la fe y la cultura, la búsqueda de la verdad, la libertad académica, la libertad de cátedra y de pensamiento, la participación en el gobierno de la universidad y en la vida nacional, y el respeto a la dignidad de sus docentes, alumnos y trabajadores, lo que se ve corroborado con una sólida y presente Asociación de Egresados y Graduados de la PUCP. Reafirmamos la necesidad de preservar y consolidar este modelo.

  3. El carácter católico de la universidad jamás ha sido óbice para que ésta se abriera a la participación educativa, científica y de pensamiento a docentes, estudiantes y trabajadores no creyentes, o participantes en otras confesiones religiosas, practicando en su vida cotidiana la tolerancia y el respeto por las ideas y creencias diversas en su actividad académica, educativa, de investigación o de proyección hacia la Comunidad y la sociedad peruana en general, siguiendo los principios de la Constitución Ex Corde Ecclesiae.
  4. Las exigencias formuladas por la Santa Sede para la adecuación del Estatuto de la Universidad a la mencionada Constitución Apostólica, se han dado dentro de un proceso iniciado en el año 1995. Dos años después, la PUCP presentó a su entonces Gran Canciller y Arzobispo de Lima, Cardenal Augusto Vargas Alzamora, una propuesta de modificación de su Estatuto. Dicha solicitud conllevó, innegablemente, el reconocimiento de la competencia de la Iglesia Católica para aprobar o ratificar el referido documento en el tramo final de su legitimidad, pues de haberse considerado que la PUCP carecía de vinculación frente a la Iglesia Católica, simplemente no le hubiera solicitado la aprobación de su Estatuto.
  5. En el desarrollo del referido proceso, ha existido un diálogo intenso, no exento de las humanas discrepancias, en el cual se han ido concordando posiciones, como lo demuestra el hecho de que las reformas propuestas por la Santa Sede en el mes de septiembre de 2011, respecto del nuevo Estatuto elaborado por la PUCP el 2009, eliminaban algunas observaciones formuladas en ocasiones anteriores, que la PUCP había objetado, por entender que afectaban sus márgenes de autonomía reconocidos por la Constitución Ex Corde Eclessiae.

  6. En el mes de septiembre de 2011, la Asamblea Universitaria se negó a admitir reforma alguna del Estatuto, no obstante que el Grupo de Trabajo formado por ella misma con el objeto de estudiar la propuesta de la Santa Sede, emitió un informe recomendando aprobar varias de las reformas propuestas, además de solicitar un diálogo sobre otras, a fin de aclarar el sentido o el fundamento de éstas, y desestimar un tercer grupo. El rechazo de la Asamblea a toda reforma, implicaba claramente un desafío a la contraparte, desdecía los actos propios previamente ejecutados y motivó el envío de un Visitador Apostólico representante directo de Su Santidad el Papa Benedicto XVI. Por último, la Santa Sede estableció un plazo para que la PUCP procediera a la modificación de su Estatuto.
  7. En ese período, las autoridades de la PUCP y el Arzobispo de Lima y Gran Canciller de la Universidad, restablecieron el diálogo y lograron un importante acuerdo sobre la reforma del Estatuto y la Junta de Administración del legado de don José de la Riva Agüero y Osma, el que se frustró por discrepancias en torno a excluir o no de tal acuerdo la solución al diferendo con relación a dicha Junta. Si bien, la aspiración de la PUCP de solucionar ambos problemas de una sola vez, era legítima y práctica, al subsistir la diferencia con el Arzobispado de Lima sobre esta cuestión, hubiera sido no sólo atinado, sino conveniente a los legítimos intereses de la PUCP, ejecutar el acuerdo logrado respecto del Estatuto, dando por zanjado definitivamente este asunto, que nos confrontaba innecesariamente con la Santa Sede y ponía en riesgo nuestra legítima identidad institucional.

  8. Lamentamos que durante este proceso, que ha puesto en peligro la legitimidad institucional, el nombre y el futuro mismo de la PUCP, no se haya consultado a la Comunidad Universitaria antes de adoptar decisiones tan trascendentes, ignorando que la autonomía universitaria supone la soberanía de la comunidad de docentes, estudiantes y trabajadores, e incluso de sus egresados, en la que esta autonomía tiene su sustento legal, moral e institucional.

  9. Nos preocupa que se expresen, cada vez con mayor altisonancia, tendencias francamente secesionistas con la Iglesia Católica, como la que se advierte en algunos pronunciamientos de minoritarios grupos de docentes y de estudiantes, que apuestan abiertamente por “redefinir la identidad institucional de la PUCP”, cancelando su histórica vinculación con la Iglesia Católica.
  10. No podemos ignorar que tras estas propuestas subyace el intento de cambiar  abruptamente el modelo de la PUCP, formado en más de 95 años de vida institucional (y sustituirlo de manera inconsulta por otro, ajeno a su origen). La PUCP posee una historia e identidad propias de una universidad católica, portadora de valores cristianos en la enseñanza, la educación y formación profesional y en la investigación científica. Insinuar que la condición de “católica” de la universidad constituye un obstáculo para el desarrollo de la ciencia y la libertad académica, es ignorar la propia historia de la PUCP, que la ha colocado entre las primeras instituciones universitarias en el país, y a nivel latinoamericano, rol que además cumplen las universidades católicas en todo el mundo, y que se ha caracterizado por su pluralismo, tolerancia, excelencia académica y notables aportes a la cultura, a la ciencia y al desarrollo social.

  11. La gravedad de la situación exige a todos los miembros de la Comunidad Universitaria participar y expresarnos activamente. No son tiempos de ser pasivos espectadores cuando la institución que tanto amamos, y a la que hemos dedicado gran parte de nuestras vidas, pasa por su más grave crisis.

    Por ello, hemos decidido pronunciarnos en voz alta y actuar para animar al conjunto de la Comunidad Universitaria a participar en las decisiones que afectan el destino de la PUCP. Nos mueve un imperativo ético y nuestra propia formación humanista y libertaria en la PUCP, que nos impide guardar silencio cuando es necesario decir con claridad que no aceptaremos una PUCP desvinculada de la Iglesia Católica y que, por ello, la Asamblea Universitaria debe rectificarse y reformar el Estatuto en aras del bienestar de nuestra casa de estudios.

  12. La imagen de una universidad que se reclama “católica”, enfrentada a un conflicto permanente con la Iglesia, con sus más altas autoridades nacionales y de la Santa Sede, o separada de éstas, como algunos propugnan con tanta irresponsabilidad (y hasta entusiasmo), es un contrasentido y, en nuestra  óptica concreta, un acto de infidelidad a sus orígenes, a la voluntad de sus fundadores, de sus benefactores y a nuestra propia trayectoria institucional y formación académica y profesional, expresada en documentos y normas, así como a la misión que nos compete en el campo de la educación superior en aras de lograr un Perú mejor.

  13. Invitamos a todos los docentes de la PUCP, así como a los estudiantes, egresados y trabajadores a ver, juzgar y actuar. Respetamos la institucionalidad de la PUCP, legítimamente generada conforme a su historia y a su Estatuto; pero, igualmente, exigimos que quienes ejercen temporalmente la representación de la universidad, respeten democráticamente a los miles de docentes, alumnos, egresados y trabajadores que integran la Comunidad Universitaria y no les impongan decisiones que no les han sido consultadas. Más aún: invocamos también a la Comunidad Universitaria para crear conciencia en torno a la necesidad de exigir que la Asamblea Universitaria rectifique de inmediato su posición y reforme el Estatuto de la PUCP, en los términos del acuerdo alcanzado con el Arzobispado de Lima en marzo de este año, el cual garantiza su plena autonomía, libertad académica y autogobierno.


    Finalmente, invocamos a la comunidad de docentes de la PUCP a adherir esta declaración, convencidos de que es el valor para hallar una solución y no el temor a encontrarla lo que marcará la diferencia entre una PUCP postrada como la de hoy y otra exitosa, como lo ha sido a lo largo de su fecunda historia.

    Lima, septiembre de 2012




    Carlos Blancas Bustamante

    Mario Castillo Freyre

    Juan Carlos Crespo López de Castilla

    José de la Puente Brunke

    José Agustín de la Puente Candamo

    Margarita Guerra Martiniere

    Oswaldo Medina García

    Aníbal Quiroga León

    Paul Rizo Patrón Boylan

    Rafael Sánchez-Concha Barrios

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